El documental revisa la vida y el impacto literario y social que tuvo la figura del escritor Francisco Umbral
Por Javier Higueras
Al final, y después de más de 100 libros y cientos de miles de artículos, de Francisco Umbral, para muchos, solo quedó aquel «he venido a hablar de mi libro» a la cara de Mercedes Milá en su programa «Queremos saber». Un rebote en pleno directo que dio la vuelta a España y que, aún hoy, alimenta los programas de zapping de polémicas televisivas. Tan genial como polémico, tan mordaz- en sus columnas- como delicado- en «Mortal y rosa» o en «Las Ninfas»-, parece que la figura de Umbral ha pasado un tanto al ostracismo ahora que se cumplen trece años desde su fallecimiento.
Y no es justo. Por ello, y porque la magnitud del personaje así lo demandaba, los directores Charlie Arnaiz y Alberto Ortega estrenaron en la pasada edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) un documental sobre la vida y obra del autor madrileño. Ambos cineastas ya realizaron «Aunque tú no lo sepas. La poesía de Luis García Montero»(2016) y «Un país en Labordeta» (2019), entre otras obras, a las que se suma esta notable revisión sobre la vida de Umbral.
Para perfilar por completo a Umbral, Arnaiz y Ortega han contado con testimonios de periodistas y personajes de la vida pública que tuvieron contacto con él. Así, nos encontramos con Manuel Vicent, Raúl del Pozo, Rosa Montero, Manuel Jabois o David Gistau, entre otros, además de María España, su esposa. Y, por supuesto, con un enorme material audiovisual, gráfico y sonoro procedente de apariciones públicas, y algunas más íntimas, del propio Francisco Umbral. Todo ello con el hilo conductor de la voz de Aitana Sánchez-Gijón, que actúa como narradora. El conjunto, en definitiva, se estructura en seis capítulos que exploran las etapas más trascendentes de la vida del escritor.
Un personaje a su medida
«Anatomía de un Dandy» muestra de un modo riguroso la doble cara del escritor y la forma en que él mismo, antes de labrar su éxito de escala nacional, se forjó un personaje que comenzó a despertar filias y fobias entre la escena literaria madrileña. Nunca indiferencia. Algo especial veían en él cuando, bien joven, se codeaba con los más ilustres en el Café Gijón, amén de su llegada a Madrid bajo la recomendación de Miguel Delibes, quien veía en Umbral a un dignísimo discípulo. De niñez humilde y turbulenta en Valladolid- algo que influyó enormemente a su personalidad posterior-, Umbral causó sensación en la capital (corría el año 1961) con un aspecto rompedor de gafas de pasta, pelo largo y siempre ataviado de su abrigo y su bufanda. Ahí, y tal y como define Antonio Lucas en el documental, «empieza a contornearse como un dandy».
Después llegarían sus primeras obras- las tres primeras, de la mano de Cela-, sus columnas en los grandes espacios nacionales y las entrevistas en televisión, donde se mostraba rebelde y con altivez. Una imagen pública que enmascaraba al verdadero Umbral: inseguro y con varios traumas que arrastraba desde la infancia; su padre había estado ausente y su madre, mujer soltera- con todo lo que eso conllevaba en la época-, murió cuando él tenía poco más de veinte años. Todas las heridas que ocultaba, las sangraba luego en sus novelas, las cuales trataban siempre sobre su propia vida.
El golpe más duro en la vida de Umbral
Sin embargo, la herida que marcó para siempre la vida de Umbral se produciría unos años más tarde. Fue con la muerte de «Pincho», el único hijo que tuvieron María España y él. Con solo seis años, murió de leucemia. Cuando ocurrió el fatal desenlace, el escritor se encontraba inmerso en una de sus obras, la cual dio un viraje desgarrador y emotivo en memoria de su hijo. El resultado fue «Mortal y rosa» (1975), probablemente la creación más importante de su carrera y en la que desempeña su mejor prosa poética.
«Solo he vivido cinco años de mi vida: los cinco años que vivió mi hijo. Antes y después, todo ha sido caos y crueldad». Francisco Umbral en «Mortal y rosa».
Temido, poderoso y respetado
Para muchos, fue el mejor cronista de su época. Lo que sí es indiscutible es que fue el más influyente durante los 80 y 90 con sus columnas, primero en El País, y luego en El Mundo. Más de un millón de personas leían diariamente a Umbral. Escribía sobre lo que le apetecía y sobre quien le apetecía, despellejando indistintamente al personaje de turno, algo que le valió grandes enemistades. Enemistades, incluso, en la Real Academia Española, que rechazó su entrada a formar parte de la misma, pero que en el año 2000 le otorgó el Premio Cervantes. Su último gran logro.
En definitiva, «Anatomía de un Dandy» nos aleja de la superficialidad del personaje y nos disecciona, una por una, las distintas facetas de Umbral, desde su egocentrismo a su parte más sentimental. Merece la pena, emociona y, de paso, nos muestra a un hombre cuya figura creció al compás de una sociedad que despertaba del largo letargo de la dictadura.
«Anatomía de un Dandy» se estrenó en las salas de cine el pasado 20 de noviembre.